lunes, 9 de mayo de 2011

Mantener o ampliar los presupuestos para la educación

La comisaría europea de Educación, Cultura, Multilingüismo y Juventud, ha concluido hoy la presentación de un informe del progreso sobre educación y formación de la Comisión EuropeaPara España ha dejado, además, otros mensajes de alarma. Primero: el abandono escolar sigue estancado y está estrechamente relacionado con la alta tasa de paro juvenil. Y dos: Hay desequilibrio entre la formación que reciben los jóvenes en la universidad y las cualificaciones que reclama el mercado laboral. con un tirón de orejas a los Estados miembros y un ruego: que mantengan o mejoren los presupuestos educativos.

La evaluación presentada en Bruselas abarca todos los Estados miembros más la antigua república yugoslava de Macedonia, Croacia, Islandia, Liechtenstein, Noruega y Turquía. Analiza los objetivos marcados en materia de educación con el horizonte puesto en 2020. Entre otros, el abandono escolar, la formación en adultos, preescolar, rendimiento escolar en materias básicas como lectura, matemáticas y ciencias y el nivel de población con estudios superiores.

España se sitúa además entre los países con más abandono escolar, la tasa que mide a los jóvenes que dejan de estudiar tras la enseñanza obligatoria. La media europea quedó en 2009 (últimos datos disponibles) en el 14,4% frente al 36,8% de Malta -la última de la lista-, un 31,2% en Portugal y el mismo 31,2% en España que, además, ha empeorado sus datos en la última década, ya que partió con un 29,1% de abandono en 2000. Estos países de la cola quedan además muy lejos del objetivo de reducir el abandono hasta un 10% en 2020.
La comisaría de Educación ha relacionado además la alta tasa de abandono escolar española con las cifras de desempleo juvenil, por encima del 40% en menores de 25 años. Señala que el auge de la construcción favoreció el trasvase de la escuela al puesto de trabajo y, ahora que el sector ha caído, esos jóvenes "están desempleados y no tienen las capacidades mínimas para encontrar otro empleo.

Por otra parte, España se sitúa entre los países con mejores índices en el caso de los porcentajes de niños en preescolar, es decir, menores con edades comprendidas entre cuatro y la edad de escolarización obligatoria (seis años en España) que participan en la educación en la primera infancia. La tendencia ha crecido más de seis puntos porcentuales desde 2000, según el informe, y debe situarse en un 95% de media para 2020 frente al 92,3% de 2008, último dato publicado. A la cabeza están Bélgica (99,5%), España (99), Francia (100), Italia (98,8) y Países Bajos (99,5).

La empresa controla el Twiter

Las compañías intentan controlar las opiniones de sus empleados en las redes sociales para cuidar su imagen

Iniciar la sesión en Twitter después de un encontronazo con el jefe o buscar en el muro de Facebook un desahogo tras una jornada laboral poco reconfortante pueden ser decisiones fatales. A las redes sociales las carga el diablo porque, a diferencia de otros medios, la frontera entre lo privado y lo público está tan desdibujada en ellas que resulta casi imposible discernir si un comentario crítico sobre la empresa para la que trabajamos forma parte de la libertad de expresión en la esfera de la intimidad o ser considerado como un acto de indisciplina.

"Un día aburrido en la oficina", dijo una empleada en Facebook y fue despedida
No hay normativa laboral en España que regule los mensajes 'on line'
Un tuit ácido contra un superior u otro en el que se critique las condiciones laborales pueden suponer una sanción o el despido. La poca edad de las redes sociales impide que exista una legislación concreta sobre la materia. 

Las empresas vigilan cada vez más las opiniones de sus empleados en las redes sociales.
En el caso de los medios de comunicación, el debate se amplifica aún más puesto que la materia con la que trabajan sus empleados es la información y la opinión. Medios tan poderosos como The Wall Street Journal, The Washington Post, BBC, Reuters o Bloomberg han redactado normas estrictas para sus periodistas. Desvelar primicias, difundir opiniones contrarias a la línea del medio o emplear un lenguaje improcedente son algunas de sus prohibiciones. Dilucidar si forman parte del control editorial o si son una forma sibilina de censura comienza a ser materia de debate entre la profesión.

El panorama está cambiando. Las empresas son conscientes de que su imagen depende de la Red. Y de que para cuidarla es mucho más importante que sus empleados se expresen apropiadamente en Facebook o Twitter a que lleven traje y corbata. Se juegan mucho en ello.
Para controlar y gestionar esas herramientas sociales en beneficio de las empresas, tanto interna como externamente, ha nacido una nueva profesión, los community managers.

Y no solo las empresas. También los trabajadores tienen que convertirse en sus propios community managers y cuidar sus perfiles en Internet. Las redes sociales pueden servir para encontrar un empleo o como trampolines en la carrera profesional. Retuitear las ocurrencias del jefe o comentar elogiosamente las fotos de sus vacaciones en el Facebook se ha convertido en un clásico.


En el caso de los medios de comunicación, esta colusión de derechos se agudiza. Twitter y Facebook se han convertido en unas herramientas de difusión de noticias y opiniones, un canal instantáneo mucho más ágil y universal que los propios medios. Pero también mucho más libre. Y eso incomoda a los medios.

Algunos periodistas han entendido que con estas normas es preferible renunciar a tener un perfil en la red social.
Ser popular y ocurrente en Twitter o en Facebook es importante. Pero antes de escribir recuerde que su seguidor y su amigo más vigilante es su jefe.